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La trampa de la aberrante  ideología “woke”

Infierno ‘woke’ (I): revisionismo histórico, islamización, privilegios LGTBI

La trampa de la aberrante ideología “woke”

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Podemos afirmar que hoy en día el wokismo, este perverso andamiaje moderno del marxismo cultural, ocupa un lugar muy importante de la discusión en medios culturales, académicos, económicos, incluso familiares. Es un culto cruel y peligroso que destruye la vida de muchas personas de diferentes razas, géneros, religiones, comunidades, sembrando el odio y la destrucción social. Pretende ser la nueva religión del mundo occidental reemplazando al milenario cristianismo. .

 

 

. El wokismo es esencialmente radical, relativista, enemigo de nuestra rica historia familia tradición y patria . Todo lo que no se ajusta a su ideología es considerado reaccionario. Es fundamentalmente fascista.

Es relativamente fácil de detectarlo, es visible y se va amontonando como una resaca cultural, como el sargazo que los océanos desplazan a muchas costas, pegajosos, corrosivos, contaminantes, malolientes que impregnan todo lo que tocan con una sustancia babosa, de la cual es difícil de librarse.

El (wokismo)

Movimiento woke (wokismo) es la deformación aberrante de la dialéctica del opresor y el oprimido como una forma de totalitarismo colindante con el viejo comunismo, que censura de forma dogmática cualquier desviación de su perspectiva ideológica. Movimiento woke que nació en los Estados Unidos en los años 30 como un movimiento sectario, que se enfrentaba al racismo, y que, posteriormente, amplió su campo a cuestiones de desigualdad social, ligadas al género, el feminismo y la orientación sexual, acabando siendo utilizado por los movimientos políticos, llamados por algunos “progresistas”, que alegan una “política identitaria” basada en los intereses y perspectivas de grupos sociales con los cuales se identifican, como los grupos de personas con orientaciones sexuales o identidades de género no mayoritarias, personas de las comunidades LGTB+, luego ampliadas a los grupos QIAPNK (queer, intersexuales, asexuales, pansexuales, Kink y no binarias). Movimiento woke que practica la llamada “cultura de la cancelación”, neologismo que designa al fenómeno de retirar el apoyo, moral, financiero, digital, e incluso social, a aquellas personas u organizaciones que vayan en contra de sus ideas políticas.

Movimiento woke, que bajo el lema stay woke (estate despierto), extraído de la canción protesta “Scottsboro Boys”, del cantante de blues Lead Belly (Huddie William Ledbetter), término woke acuñado posteriormente en los años 60 por William Melvin Kelley, en su novela A Different Drummer, resurgió en la última década con el movimiento Black Lives Matter, como rechazo a la brutalidad policial hacia personas afroamericanas. Movimiento que se ha ido introduciendo en nuestro entorno europeo, estando ya arraigado en países como Francia, Reino Unido y España, donde está creando un clima de “neopuritanismo” y adoctrinamiento político, con el intento de lograr el mito de la igualdad, lo que Alain Finkielkraut (filósofo de la academia francesa) llama “modernidad desequilibrada”, desarrollando un tratamiento inquisitorial basado en una premisa y un silogismo falso: “Vencer la exclusión, celebrar la mediocridad y desechar, en definitiva, lo que suponga méritos”.

Esto, a nivel de políticas educativas, ha originado en muchos países, como España, la eliminación de los suspensos (ya que pone en evidencia a los peores); eliminando también las altas notas de los mejores, para que de este modo nadie se sienta fracasado, y los más incapaces puedan integrarse en la sociedad y ser felices, creando una improductiva igualdad, con base en la mediocridad. Una verdadera “tiranía de la mediocridad”.

Infierno ‘woke’ (I): revisionismo histórico, islamización, privilegios LGTBI

El país de la hoja de arce es el ejemplo más claro de multiculturalismo. Un concepto este, por cierto, acuciado en los años 60 del pasado siglo por el padre del actual ministro, Pierre Trudeau. Aunque sobre el papel el concepto puede parecer impecable, en la práctica ha resultado en una ruptura cada vez más evidente con la compresión tradicional de la sociedad y del individuo. Las cuotas, los espacios seguros, las teorías raciales, el revisionismo histórico y una larga lista de medidas adoptadas por Justin Trudeu lo han convertido en un déspota progresista.

 

Transformación militar

El Departamento de Defensa Nacional lleva meses trabajando por unas fuerzas armadas libres de racismo. Nadie está en contra de esto, el problema es cuando se aprueban paquetes de medidas sobre diversidad, equidad e inclusión. Una ponente en un acto oficial llegó a señalar que el ejército está infectado de «supremacismo blanco«. Cabe la duda de si realmente hay un comportamiento racista en uno de los países con menos proporción blanca de occidente o se refiere a que todavía hay muchos blancos. El mismo departamento aprobó una beca para el profesor Andy Knight de la Universidad de Alberta para medir el grado de este «supremacismo blanco». Meses atrás, las Fuerzas Armadas de Canadá ya advirtieron sobre los graves problemas que existen para reclutar nuevos soldados o para cubrir todos los puestos ofertados. Una muestra visual es este anuncio del Ejército para reclutar de hace cinco años. Ni un arma para llegar a las nuevas generaciones. El Ejército como una ONG, al ejemplo de lo que siempre quiso José Luis Rodríguez Zapatero para nuestro país. 

Revisionismo histórico

Como consecuencia de las protestas que atravesaron Norteamérica fomentadas por los terroristas domésticos de Blacks Lives Matter (terrorismo porque fue violencia con fines políticos), diversas turbas arramplaron con estatuas de la reina Victoria, Isabel II y John A. MacDonald (al que se podría llamar padre fundador de Canadá). El izquierdista Pierre Trudeau, ya mencionado anteriormente, adoptó oficialmente el multiculturalismo por ley en 1971 como vía para refundar la identidad nacional de un Canadá huérfana tras el fin del imperio británico al finalizar la Segunda Guerra Mundial. Desde entonces, el país no ha hecho más que volverse contra sí mismo. El actual primer ministro, hijo del por aquel entonces también primer ministro, llegó a declarar en 2016 que el país no tiene «identidad tradicional real» (no core identity). Duras pero realistas palabras para lo que algunos consideran el primer Estado postnacional de la historia. ¿Es este el Estado que desean los globalistas para el resto de naciones?

La Islamización de la cultura occidental

La dictadura de lo políticamente correcto también impera en Canadá de mano de Justin Trudeau. El proceso de islamización parece imparable –al igual que ocurre en Europa– ante el miedo, la incapacidad o la voluntad de no hacer nada por parte de los gobernantes. Mientras que los ataques por motivos religiosos contra judíos y cristiano crecen proporcionalmente al aumento de población musulmana, los políticos canadienses se muestran más preocupados por acabar con la «islamofobia» y sus variantes dentro de lo que se consideran «delitos de odio». La primera mezquita se fundó en suelo canadiense en 1938 y el avance continúa. ¿Es un peligro la existencia del islam? No. ¿Es un peligro cuando aumenta sin que se le impongan condiciones como a cualquier otro ciudadano y confesión? Sí. Cuando un político intenta contentar a una base demasiado amplia de posibles votantes, lo más seguro es que antes o después cometa errores. El más sonado en este sentido fueron los calcetines multicolores con las palabras Eid Mubarak que el primer ministro mostró durante la celebración del Orgullo Gay en Toronto que coincidía con el fin del Ramadán. 

Las Leyes LGTB

Los depravados   y pervertidos privilegios de el  LGTB que estamos viendo en los últimos años también existen en Canadá. La confusión voluntaria entre crítica a un colectivo o a un lobby por un determinado comportamiento y un supuesto delito de odio es parte del día a día. Así como en otros países, incluido España, el concepto de «delito de odio» sólo se aplica cuando la crítica se vierte hacia grupos considerados minoritarios u oprimidos históricamente. La pendiente resbaladiza en Canadá existe y el ejemplo más reciente es la propuesta de una política canadiense para que se apruebe una ley que conlleve una pena de cárcel y una multa de hasta 25.000 dólares a todo aquel que cometa «delito de odio» en torno a eventos LGTB o, incluso, de drag Queens con menores de edad. Cualquier «acto homófobo, transfóbico, de intimidación, amenaza, comentario ofensivo, protesta, disturbio y distribución de propaganda de odio» quedaría prohibido por ley si se aprueba el proyecto, según ha declarado Kristyn Wong-Tam, promotora de dicha medida. 

La política canadiense Kristyn Wong-Tam, que utiliza los pseudopronombres “ellos/ellas”, propone una legislación para penalizar los “comentarios ofensivos” a menos de 100 metros de una hora de cuentos de drag queens. Quieren eliminar la libertad de expresión y convertir a la gente normal en criminales.

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