Inédito la gesta Del general  berrinche una práctica de la vieja política

Su ascenso al poder ha estado fuertemente marcado por su vinculación con los períodos kirchneristas, donde forjó su influencia política en el seno de las Fuerzas Armadas con el objetivo claro de alcanzar la jefatura del Ejército, objetivo que ha perseguido durante años. Su ambición por la cúpula del Ejército se vio reflejada en su capacidad de manipular las estructuras de poder y utilizar las circunstancias a su favor, lo que le permitió aumentar su influencia, particularmente.

En esta semana, se ha hecho público que el presidente de la República Argentina, Javier Milei, Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, ha decidido no continuar con el proceso de ascenso del General Berredo, una medida completamente dentro del marco institucional y de las Normas que rigen el ascenso en las Fuerzas Armadas. Este tipo de decisiones es habitual en cualquier fuerza militar, sobre todo cuando se perciben cuestionamientos sobre la idoneidad o las intenciones políticas de un oficial. Sin embargo, la reacción de Berredo ante esta decisión ha sido desmesurada, recurriendo a una campaña mediática en la que, de manera casi infantil, se muestra como víctima y utiliza una retórica de ataque contra el presidente Milei, con el fin de desprestigiar la institución.

La conducta del GB Berredo, en lugar de acatar las normas jerárquicas y respetar los canales institucionales, ha dado paso a un intento de desestabilización de la estructura del Ejército Argentino, utilizando incluso a figuras de la política como la vicepresidenta Victoria Villarruel para crear tensiones y enemistar a los principales líderes militares, incluido el actual jefe del Ejército, el General de División Carlos Alberto Presti, con el presidente Milei. Este comportamiento pone de manifiesto una actitud calculadora y oportunista, un intento de manipulación de las relaciones dentro de las Fuerzas Armadas para lograr sus propios intereses, sin medir las consecuencias para

Cabe destacar que el General Berredo no es una figura que goce de simpatías dentro del Ejército. Su historia y su estilo de mando le han ganado la antipatía de muchos subalternos, quienes lo califican como un personaje sin principios, dispuestos a aliarse con cualquiera en busca de poder. Este “mercenario del poder”, como lo definen algunos de sus colegas, se ha ganado el desprecio de aquellos que lo han tenido bajo su mando, ya que su forma de operar es vista como manipuladora y desleal. En la jerga militar, lo apodan “tornillo” por su tendencia a “apretar hacia abajo” a sus subalternos mientras “afloja hacia arriba” con los superiores, adaptándose a la corriente que más le convenga para avanzar en su carrera.

No es la primera vez que Berredo intenta beneficiarse de su proximidad política. Durante el gobierno de Mauricio Macri, no estaba en la lista de ascensos a General de Brigada, pero su cercanía con figuras como el entonces Jefe del Estado Mayor Conjunto, General Bari del Valle Sosa, lo impulsó a conseguir ese ascenso a dedo. Esta maniobra, sumada a su habilidad para mover los hilos políticos, le permitió mantenerse relevante dentro del Ejército a pesar de su cu.

Durante los últimos meses, han surgido testimonios de que Berredo se mostró convencido de que el gobierno de Javier Milei colapsaría y, en un escenario de crisis social y política, él tomaría las riendas como nuevo jefe del Ejército o incluso como jefe del Estado Mayor Conjunto. . Esta visión, alimentada por figuras como el General (R) Martín Paleo, refleja el profundo resentimiento de Berredo hacia el actual gobierno, una frustración que

En medio de este torbellino de acusación y controversias, Berredo protagonizó un episodio particularmente llamativo cuando envió una carta directa al presidente Milei, vulnerando la cadena de mando y presentando denuncias infundadas sobre supuestas amenazas contra su esposa, quien es coronel médico en el Hospital Militar Central. . A pesar de que las acusaciones fueron desmentidas por los oficiales que Berredo mencionó como testigos, el General continuó con su ofensiva mediática, cuestionando la legitimidad de las decisiones del gobierno y las estructuras militares sin seguir los procedimientos establecidos. Este comportamiento desafiante y desleal hacia la cadena de mando refleja un claro intento de subvertir el orden establecido.

Este tipo de actuaciones podría llegar a ser clasificado dentro de las figuras de “falta grave” o incluso “falta gravísima” dentro del marco disciplinario de las Fuerzas Armadas, especialmente al violar las normas de jerarquía, lealtad y respeto hacia las decisiones superiores. Los testimonios, la falta de pruebas en sus denuncias y su comportamiento errático en los últimos meses dejan en claro que Berredo es un elemento disruptivo y peligroso para la estabilidad institucional del Ejército. Su comportamiento no solo es un reflejo de una personalidad desmedida, sino también de un egocentrismo tan marcado que pone en juego la integridad de la Fuerza.

En conclusión, el caso de Jorge Berredo es el retrato de un oficial cuyo afán de poder y protagonismo ha logrado desestabilizar tanto la estructura interna del Ejército como las relaciones con el poder político. Su fallida estrategia para ascender a la jefatura del Ejército y su abierta confrontación con el presidente Milei son indicativos de un general que, al no saber retirarse a tiempo, está dispuesto a llevarse por delante a todo aquel que se interponga en su camino. La pregunta es si este desenlace culminará en una sanción de carácter disciplinario que ponga fin a su carrera, o si, como parece probable, la historia de su fracaso personal continuará alimentandose.